En marzo del 2020 nuestra vida cambió. Y en nuestra nueva normalidad desde entonces, las mascarillas han formado parte de nuestro día a día. Hoy, el uso de las mascarillas deja de ser obligatorio en la mayoría de los espacios públicos y con ello, se genera la adaptación a otro cambio en nuestra vida.
Nuestros hijos e hijas tienen la tendencia natural a adaptarse a los cambios de circunstancias. Muchos de nuestros niños y niñas han sido mucho más conscientes de la importancia del uso de las mascarillas. Incluso más que algunos adultos.
Tener claras las normas les genera seguridad y por eso muchos de nuestros niños han sido obedientes a la hora de poner en práctica las recomendaciones sanitarias. Sin embargo, la adolescencia es una etapa vital en la que el joven se halla en una búsqueda de su propia identidad.
Es una transición entre la infancia y la edad adulta no exenta de inseguridades. Se debe a los cambios emocionales, físicos y psicológicos que experimentan. Es por eso que el uso de la mascarilla les ha aportado a muchos de nuestros adolescentes esa seguridad ante los cambios que han experimentado durante estos dos años. La aparición del acné, el vello facial o algún aspecto de su fisonomía que no les agradara quedaba escondido tras la mascarilla. Ahora, la simple idea de quitarse la mascarilla, de mostrarse tal cual son, de sentir que los cambios físicos que han experimentado durante estos dos años van a ser inspeccionados por sus iguales, puede generarles ansiedad.
¿QUÉ PODEMOS HACER LOS PADRES Y SU ENTORNO PARA AYUDARLES?
- Respetar los tiempos que el joven precise a la hora de adaptarse a la nueva situación.
- Abordar sus miedos e inseguridades con naturalidad, validando sus emociones y respetándolas.
- Generar un ambiente abierto al diálogo, que permita a los jóvenes expresar sus inseguridades sin miedo al rechazo o las reprimendas.
- Ayudarles a enfrentarse a la nueva situación poco a poco, facilitando situaciones y ambientes seguros donde los jóvenes se sientan cómodos a la hora de quitarse la mascarilla.
- Favorecer una autoestima sana en la que el joven vaya aceptando los cambios en su persona de forma positiva.
- Si las dificultades a la hora de adaptarse a la nueva normalidad persisten o la familia observa que el joven evita relacionarse por temor a quitarse la mascarilla, quizás sea conveniente buscar ayuda profesional.